martes, 9 de julio de 2013

Lenguaje Bíblico

La mayoría de las personas tienen una imagen distorsionada de lo que el evangelio de Jesucristo es en esencia . Pareciera como si por arte de magia, las palabras del mismo Jesús, son ignoradas, puestas en el olvido y cambiadas por otros conceptos que contradicen totalmente lo que Jesús vino a enseñar. Una de ellas es el pasaje de Mateo, que aquí compartimos. Los hombres se han olvidado que Jesús hizo advertencia de lo que su mensaje causaría en la sociedad. La familia es el centro principal de sociedad humana, pero esta no cumple su papel vital, si la reducimos a solamente un término técnico; mejor dicho sin Cristo com centro de la vida de las personas, las familias tradicionales están en peligro de extinción.  
Aquí, entramos en otra esfera: 
Las familias han estado siendo divididas, cuando uno o varios miembros de esta decide ir por la senda que Jesús vino a mostrar.
Es necesario aclarar, que no es que el discípulo de Jesús se convierta en un desleal, insincero, peleonero, juez, o malicioso personaje dentro de la familia, no señor, no se refería el Señor a eso. Sino a que, por la naturaleza de el llamamiento y la subsecuente  respuesta y accionar del nuevo creyente, se crea una fuerza opuesta a lo establecido, de parte de aquellos que no están en el camino cristiano. 
Permítame darle un ejemplo claro y sencillo: Aquel que sigue a Cristo, renuncia al mundo, a sus luces, a sus actividades, a sus  placeres y sus ideas y preceptos. Es lógico suponer que quienes están encantados por los preceptos, prácticas, tradiciones del mundo, sentirán rechazo hacia quienes condenan al mundo en su renuncia, y como consecuencia directa sentirán que ellos son rechazados. Ahí es donde el conflicto se inicia, ahí es cuando la división aparece, cuando la pelea se inicia. Y si Cristo propicia tal acontecimiento, con esto nos hace ver que aun una institución como lo es la familia, viene a ocupar un segundo plano, con respecto de seguir a Jesús se refiere. Primero es la escogencia de   Dios, sobre toda otra cosa, y si  andar en Dios, me causa desprecio, oposición y persecución, ya  mi decisión ha sido tomada: Seguir a Cristo a pesar de todo, a pesar de que perder el aprecio de nuestra familia, nuestros amigos, o nuestra reputación, nuestras entradas económicas, nuestra nacionalidad y/o nuestro lugar en la sociedad. Porque: 
"El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará."